El sujeto que padece esquizofrenia suele presentar un afecto inapropiado; con ello nos queremos referir a una sonrisa o expresión facial tonta en ausencia de estímulos apropiados, por ejemplo; lo cual suele ser una de las características definitorias del tipo desorganizado. La anhedonia es bastante frecuente y consiste en una pérdida de interés o de placer. Otro síntoma que se da a menudo es el humor disfórico que puede tomar forma de depresión, ansiedad o ira. Pueden ocurrir también alteraciones en el sueño. Como consecuencia de las ideas delirantes puede que los sujetos rechacen los alimentos. Se observan a menudo alteraciones motoras del tipo de balanceos, inmovilidad apática o por ejemplo alteraciones en la marcha. Son evidentes también alteraciones en la memoria, la atención y la concentración.
La mayoría de los sujetos que presentan esquizofrenia suelen tener una nula conciencia de que presentan un trastorno psicótico (lo que se ha designado con el término anosognosia) y los datos que se tienen acerca de esta falta de conciencia, sugieren que no es una estrategia para hacer frente a la enfermedad, sino, más bien es una manifestación más de dicha enfermedad. Debido a esta anosognosia, el individuo está expuesto a un mal cumplimiento terapéutico, lo que es causa de elevadas tasas de recaídas, de un mal funcionamiento social y a un mal curso de la enfermedad.
Puede presentarse despersonalización y preocupaciones somáticas que alcanzan en numerosas ocasiones proporciones delirantes. La ansiedad y las fobias son habituales la esquizofrenia, al igual que las anormalidades motoras como posturas o manierismos raros, comportamientos rituales o estereotipados.
Suelen tener una esperanza de vida menor que el resto de la población general, lo que es debido a diversas causas. El suicidio es una de las razones de esta afirmación, ya que según datos del DSM-IV TR aproximadamente el 10% de los sujetos que poseen esquizofrenia se suicidan, y entre el 20 y el 40% llevan a cabo, al menos, un intento durante al curso de la enfermedad. Además, el riesgo de suicidio es más elevado durante los periodos pospsicóticos.
Numerosos estudios han puesto de manifiesto que individuos diagnosticados de esquizofrenia presentan una mayor incidencia de conducta violenta; pero debería recalcarse que la mayoría de individuos que padecen esquizofrenia no son más peligrosos que la población general.
Existen elevadas tasas de comorbilidad del trastorno con determinadas sustancias y enfermedades. Así, la dependencia a la nicotina es especialmente alta ya que entre el 80 y el 90% de individuos con este trastorno son fumadores habituales. La comorbilidad de la esquizofrenia con los trastornos de ansiedad es también especialmente alta, normalmente con trastornos obsesivo-compulsivos y de trastornos de angustia. Se suelen dar trastornos esquizotípicos, esquizoides y paranoides al inicio de la enfermedad; pero no está claro si constituyen un trastorno distinto o si son pródromos de la esquizofrenia.
Se han asociado diversos factores prenatales y de la niñez que incrementan el riesgo de padecer esquizofrenia; uno de ellos es por ejemplo una infección del sistema nerviosos central en la infancia.
No se ha identificado ningún hallazgo que permita diagnosticar esquizofrenia. Aún así diversos estudios neuropsicológicos, neurofisiológicos y de neuroimagen han mostrado diferencias en cuanto el tamaño de los ventrículos laterales, siendo éstos más grandes en sujetos que padecen esquizofrenia en comparación con sujetos del grupo control. se ha encontrado también una disminución del tejido cerebral que se evidencia por una mayor amplitud de los surcos corticales y por la disminución de la sustancia gris y blanca; sin embargo no hay un acuerdo en tanto que esta disminución se deba a un proceso focal más difuso. Si se analiza el cerebro por zonas, se ha observado de manera sistemática la reducción en el volumen del lóbulo temporal y en algunos casos del lóbulo frontal. En el lóbulo temporal se han encontrado alteraciones focales como la reducción sistemática del volumen del hipocampo, amígdala y córtex entorrinal (todas ellas son estructuras temporomediales), así como del giro temporal superior y del planum temporale.
Otro hallazgo observado es el aumento del tamaño de los ganglios basales, pero cada vez va habiendo más evidencia de que se trata de un efecto debido al tratamiento con neurolépticos clásicos.
En estudios de neuroimagen funcional se ha visto una disminución relativa del flujo sanguíneo cerebral y del metabolismo en la región frontal (hipofrontalidad); sin embargo cada vez hay más evidencias de que existen anormalidades más extensamente distribuidas que afectan a los circuitos corticosubcorticales.
Los déficits neurológicos más evidentes se encuentran en las diversas habilidades cognitivas, ya sea la memoria, las habilidades psicomotoras, la atención y la dificultad para cambiar la pauta de respuesta. Estos déficits se presentan en los individuos crónicamente enfermos de esquizofrenia, pero cada vez hay más evidencia de que estos déficits se hallan ya en individuos que sufren su primer episodio psicótico e incluso con anterioridad a la administración de fármacos antipsicóticos. Se cree, por ello, que estos déficits neuropsicológicos reflejan más características de la enfermedad y que pueden ser posibles factores de vulnerabilidad para presentarla. Los déficits comentados son clínicamente significativos porque están estrechamente relacionados con la dificultad que presentan estos sujetos con las actividades de la vida diaria e incluso con su capacidad para poder rehabilitarse en el plano psicosocial. Por todo esto la gravedad de dichos déficits neuropsicológicos son un factor relativamente importante para predecir la evolución.
Las alteraciones neurofisiológicas más habituales en los sujetos que padecen esquizofrenia son los déficits en la percepción y en el procesamiento de estímulos sensoriales, movimientos oculares de seguimiento suaves y movimientos oculares sacádicos anormales, tiempo de reacción enlentecido, alteraciones en la lateralidad cerebral y anormalidades en los potenciales evocados.
Los sujetos diagnosticados con esquizofrenia pueden presentar los llamados “signos neurolépticos menores” como son la confusión derecha/izquierda o la coordinación pobre.
Normalmente el hallazgo físico más comúnmente asociado son las anormalidades motoras; aunque la mayoría de éstas tienen relación con los efectos secundarios de la medicación antipsicótica, donde se incluyen la discinesia tardía, parkinsonismo, acatisia aguda, distonía aguda y síndrome neuroléptico maligno, entre otros.