La enfermedad de Alzheimer (EA) es un envejecimiento prematuro del sistema nervioso. Sin que sepamos las causas, el cerebro de algunas personas empieza a deteriorarse, de una forma irreversible. Las personas afectadas pierden memoria, se vuelven incapaces para las tareas cotidianas, ven alterado su lenguaje, su capacidad laboral, su vida social.
Los síntomas de la EA pueden pasarse por alto ya que se asemejan a las señales del envejecimiento natural. Estos síntomas incluyen olvido, pérdida de la concentración, pérdida de peso sin explicación y problemas motrices, incluyendo dificultades leves para caminar. En los individuos sanos, síntomas similares pueden ser resultado de fatiga, aflicción o depresión, enfermedad, pérdida de la visión o la audición, el uso de alcohol o ciertos medicamentos, o sencillamente la carga de tener demasiados detalles para recordar inmediatamente. A grandes rasgos, la EA se caracteriza por ser un trastorno neurodegenerativo que produce declinación intelectual progresiva, así como también una variedad de alteraciones neuropsiquiátricas y conductuales.
En general, los síntomas cognitivos pueden clasificarse en tempranos e intermedios. Por su parte, los síntomas psicológicos y de conducta predominan en las etapas intermedias y tardías, pero algunos pueden ser observables aún en etapas tempranas.