Como se menciono en la introducción, la emoción es un proceso psicológico adaptativo que coordina el resto de los procesos psicológicos que exigen una respuesta rápida y efectiva para ajustarse a los cambios producidos en el ambiente. La misma carga de afecto a la percepción, dirige la atención, moviliza cambios fisiológicos, planifican acciones, motivan a la acción, etc. (Abascal, 1997)
Es decir, que la emoción cumple funciones:
Existen 3 grades perspectivas en el estudio de la emoción que constituyen un continuo:
En 1872 Darwin plantea que: los principales actos de expresión que manifiestan el hombre y otros animales son innatos o heredados, lo que significa que el individuo no los ha adquirido.
Es decir, que existe un conjunto de emociones básicas innatas definidas por expresiones faciales, universales –con independencia de orígenes étnicos y culturales- cuya función es la de comunicar.
Más adelante, en 1962, Tomkins propone la existencia de 8 emociones básicas, las misma son reacciones innatas controladas por mecanismos cerebrales.
Sin embargo, Ekman en 1992 plantea la existencia de 6 emociones básicas, las cuales son expresiones universales comunes a todas las culturas -sorpresa, alegría, ira, miedo, tristeza y enojo-. Asimismo introduce la idea de emociones secundarias, las cuales son fusiones de emociones básicas -primaria- que surgen a través de operaciones cognitivas – tales como: orgullo, agradecimiento, entre otras-.
La corriente cognitiva en sus comienzos intentaba explicar que había en la mente y cómo funcionaba, pero dejaba de lado las emociones. Sin embargo, aunque continúo estudiando el funcionamiento de la mente, el interés se centró en los procesos que se encuentran en el interior de la caja negra, es decir, que lo básico no son las emociones y su expresión sino los elementos de respuestas que puedan utilizarse en las expresiones de las mismas.
La expresión filosófica de esta corriente fue el funcionalismo, el cual se encargo de explicar el funcionamiento de los procesos inconscientes de la mente, dejando de lado las expresiones conscientes tales como la emoción, debido a que la metáfora del ordenador se aplicó a procesos de razonamiento lógico y no a emociones calificadas como ilógicas. (Le Doux, 1999).
Sin embargo, algunos estudios fueron demostrando que la cognición no era tan lógica, por ejemplo: Jhonson-Laird plantea que: “nuestra forma de razonar no es lógica, ya que nos manejamos con modelos mentales que son ejemplos hipotéticos sacados de experiencias pasadas, reales o imaginadas”.
En la actualidad se considera que la cognición y la emoción tienen procesos iguales por lo que pueden estudiarse de la misma manera, ya que ambos implican un procesamiento inconsciente de la información y una expresión consciente.
Desde esta perspectiva se define a la emoción como: el conjunto de respuestas o procesos activados por un estímulo desencadenante.
Significa que las emociones se organizan a través de una secuencia temporal que tiene dos procesos: en el proceso primario el estímulo da lugar a una evaluación de la situación y a sus respuestas subjetivas y expresivas –la cual se caracteriza por: movimientos faciales, corporales y de conductas no lingüísticas- y fisiológicas –las mismas son respuestas corporales distintas de las expresivas- . Y en el proceso secundario se elaboran a nivel cognitivo y social las informaciones derivadas de la evaluación y de los procesos primarios. Los mismos se constituyen por la interpretación, la memorización y las tentativas de regulación de los procesos primarios y sus consecuencias. Este proceso permite hacer frente a las consecuencias psicológicas y sociales de la emoción.
Por ejemplo, la teoría de la valoración de las emociones sostiene que estas son provocadas y moldeadas por la evaluación subjetiva que las personas hacen de un evento o situación desencadenante (Fridja, 1988). Continuando con esta perspectiva Scherer (1997) agrega que la “evaluación subjetiva” es el procesamiento cognitivo de los estímulos del ambiente sobre la base de un número de criterios ligados a la sensación que el evento tiene para el organismo.
Las dimensiones-criterios- que se utilizan para la medición de la valoración son:
Según Russell (1991) lo más prototípico de una emoción es la relación funcional entre la persona y el medio, es decir que las emociones cumplen funciones adaptativas para los individuos y para los grupos. Para este autor, esta funcionalidad se interpreta desde dos niveles: el microsocial que se refiere a los aspectos de la conducta intrapersonal o psicológica y el nivel macrosocial que abarca las funciones interpersonales y grupales, a su vez, esas funciones grupales o sociales son la regulación de las conductas desviadas y la promoción de comportamientos que refuerzan las practicas y los valores sociales dominantes.
En relación a los atributos que se hacen de los estados hay que considerar cuatro prototipos emocionales: los antecedentes y los eventos que desencadena la emoción, la reacción interna -corporales y mentales-, la tendencia a la acción y las tendencias al afrontamiento, es decir, que considera a los síntomas indiferenciados que no son típicos de una emoción.
Por ejemplo, la tristeza tiene como agente desencadenante la pérdida de un recuerdo personal importante que va a provocar como reacción corporal y mental cambios a nivel físico –cansancio, apatía, dolor estomacal, entre otros-, y a nivel mental –impotencia, nostalgia, irritabilidad, etc-. La tendencia a la acción se va a manifestar a través de conductas expresivas tales como: silencio, temas tristes, voz baja, etc. Y finalmente, la tendencia al afrontamiento seria pasar a la acción y suprimir el sentimiento negativo.Diferentes investigaciones han concluido que entre la experiencia y la expresión emocional es posible que se establezcan relaciones lógicas, de esta manera los contextos socioculturales pueden promover a sus individuos a: expresar ciertas emociones cuando se las experimenta, inhibirlas, expresarlas aún cuando no las siente, no expresarlas cuando no se experimentan, etc.
Desarrollo
Proceso emocional desde la perspectiva cognitiva