Muchos tejidos del cuerpo humano pueden convertir los ácidos grasos en triacilgliceroles mediante una secuencia común de reacciones. El hígado y el tejido adiposo realizan este proceso en cantidad mayor (ver Ruta 14). Los triacilgliceroles se almacenan en forma de gotitas líquidas en el citoplasma. De ninguna manera es esto un depósito muerto, ya que el cambio tiene lugar con una vida media general de sólo unos pocos días. Así, en una situación homeostática hay una síntesis y degradación continuas de triacilgliceroles en el tejido adiposo.
Los triacilgliceroles se sintetizan en muchos tejidos a partir de ácidos grasos activados y de un producto de tricarbonado fosforilado que proviene del catabolismo de la glucosa. La síntesis de triacilgliceroles a partir de los fragmentos tricarbonados fosforilados implica la formación del ácido fosfatídico (ver figuras), el cual es un intermediario clave también en la síntesis de otros lípidos.
El primer paso en la recuperación de los ácidos grasos almacenados para la producción de energía es la hidrólisis de los triacilgliceroles. Esta reacción está catalizada por una serie de lipasas, dependiendo la secuencia de hidrólisis de las tres posiciones del glicerol de las especificidades de las lipasas concretas implicadas.