El trastorno de Asperger representa una subclase de los trastornos generalizados del desarrollo y se caracteriza por una alteración social cualitativa, la ausencia de retrasos significativos del lenguaje y la cognición e intereses y conductas restringidas.
A. Alteración cualitativa de la interacción social, manifestada al menos por dos de las siguientes características:
B. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restrictivos repetitivos y estereotipados, manifestados al menos por una de las siguientes características:
C. El trastorno causa un deterioro clinicamente significativo de la actividad social, laboral y otras áreas importantes de la actividad del individuo.
D. No hay retraso general del lenguaje clinicamente significativo (p. ej., a los 2 años de edad utiliza palabras sencilllas, a los 3 años de edad utiliza frases comunicativas).
E. No hay retraso clinicamente significativo del desarrrollo cognoscitivo, ni del desarrollo de habilidades de autoayuda propias de la edad, comportamiento adaptativo (distinto de la interaccción social) y curiosidad acerca del ambiente durante la infancia.
F. No cumple los criterios de otro trastorno generalizado del desarrollo ni de esquizofrenia.
El trastorno de Asperger es similar al trastorno autista excepto en que existe una preservación parcial de las habilidades de lenguaje y cognitivas. También tiende a existir una mayor inteligencia y una menor prevalencia de retraso mental (sólo el 12% de los niños con trastorno de Asperger tienen CI por debajo de 70). A pesar de ello, estas personas suelen malentender los mensajes no verbales, presentan marcadas dificultades con las relaciones interpersonales (especialmente en grupo), se centran repetitivamente en temas de conversación que les interesan a sólo ellos, no parecen especialmente empáticos, hablan con una inflexión y una variación del tono anormal, pueden ser relativamente inexpresivos afectivamente y tienden a tener pocos amigos.
Sin embargo, las personas con trastorno de Asperger son con frecuencia bastante sociables y habladoras y pueden establecer lazos afectivos con los miembros de la familia (Frith, 1991). Suele iniciarse habitualmente más tarde que el trastorno autista. El curso tiende a ser estable a lo largo del tiempo, con frecuencia con algunas mejorías graduales.
Su etiología no está clara. Por familias se da una incidencia alta del trastorno. Cerca del 30% de los paciente presentan anormalidades en el EEG y el 15% muestra alguna evidencia de atrofia cerebral.
Actualmente se desconoce la causa de este trastorno, pero la similitud con el autismo ha hecho que se propongan hipótesis genéticas, metabólicas, infecciosas y perinatales.
La principal diferencia debe establecerse con el autismo, donde los síntomas se manifiestan ya en el primer mes de vida, el niño camina antes de hablar, la adquisición del lenguaje está retrasada o ausente, y cuando se desarrolla, carece de fines comunicacionales, el contacto ocular es pobre porque vive en su propio mundo e ignora a los demás, y el pronóstico es sombrío porque se trata de un proceso psicótico. Por el contrario, el Trastorno de Asperger tiene un comienzo más tardío (a partir del tercer año de vida), el niño habla antes de iniciar la deambulación, e intenta comunicarse aunque de forma unilateral, evita el contacto ocular, y vive en nuestro mundo pero a su manera, siendo su pronóstico más favorable por tratarse de un rasgo de personalidad. También sugería que el Trastorno de Asperger era un rasgo familiar transmitido a la línea masculina, mientras que el autismo ocurría cuando el niño que heredaba el rasgo, también padecía un daño cerebral (Torres, Caballero y Rodríguez Sacristán, 2001).
El estatus del trastorno de Asperger como un trastorno distinto del trastorno generalizado del desarrollo es cuestionable y muchos especialistas creen que se trata de una versión leve del trastorno autista (autismo de «alto funcionamiento» ) más que de un trastorno distinto (Gillberg, 1989; Rapin, 1991). De forma alternativa el trastorno de Asperger puede ser considerado, al menos heurísticamente, como una versión del autismo sólo del hemisferio derecho, dado que ambos trastornos comparten las siguientes características:
* Aislamiento social, egocentrismo y falta de interés por las ideas o sentimientos de los demás.
* Marcado predominio de varones.
* Ausencia de utilización del lenguaje con fines comunicacionales, inversión pronominal, discurso pedante, tendencia a inventar palabras, lenguaje idiosincrático, y ecolalia.
* Alteraciones en la comunicación no verbal, como pobre contacto ocular, escasa expresión gesticular y entonación peculiar.
* Ausencia de juego imaginario y flexible.
* Patrón de actividades repetitivas e intereses restringidos, destacando preocupación por la invariabilidad del entorno, apego por determinados objetos y movimientos estereotipados.
Respuestas anómalas a los estímulos sensoriales, que se manifiestan por reacciones desproporcionadas a estímulos inocuos o aparente hiposensibilidad al tacto, dolor y temperatura.
El tratamiento incluye entrenamiento en habilidades sociales y motoras, intervenciones educativas cuando son necesarias, y orientación vocacional.
Dada la relativa conservación de las funciones del lenguaje y su inteligencia, se puede esperar que los individuos con Trastorno de Asperger tengan una mejor evolución que otras personas con trastorno autista y puedan ser miembros productivos de la sociedad.
A pesar de las relativas deficiencias en el funcionamiento social, las personas con trastorno de Asperger pueden llegar a desenvolverse y ser efectivas en las actividades que eligen; la naturaleza altamente centrada de sus intereses puede ayudarles en esas tareas.