Colaboración de:
Catedrático Emérito de Psiquiatría y Psicología Médica,
Universidad Complutense de Madrid.
Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Madrid
Académico de la Real Academia Nacional de Medicina
Colaborador de la Cátedra Fundación Cultural Forum
Filatélico de "Psicobiología y Discapacidad".
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Recordemos que la depresión situativa es el producto de un acontecimiento infortunado o una situación de sufrimiento. El impacto depresógeno de estos factores se refuerza cuando incide sobre la personalidad obsesiva o la personalidad límite. También son especialmente vulnerables los individuos que han perdido al padre o la madre antes de la edad de 15 años, los que no disponen de una relación confidencial al menos con una persona, los que carecen de soporte social y los que están inmersos en el paro laboral. El antecedente histórico de la depresión situativa fue el concepto de depresión reactiva. Pero la depresión situativa no se deja catalogar como una mera reacción ya que se atiene a un curso independiente del factor psicosocial que la ha generado, se acompaña de ciertas alteraciones neuroquímicas y responde con mayor sensibilidad y prontitud al fármaco antidepresivo que a la intervención psicosocial.
La depresión situativa es en extremo polimorfa. Sus formas clínicas se reparten entre cuadros completos de intensidad acentuada o media, cuadros incompletos y cuadros especiales (formas larvadas, sobreagudas, atípicas y focales).
Su evolución, siempre estrictamente unipolar, puede abarcar una o varias fases. A medida que el curso se vuelve más y más recidivante, se hace más probable el influjo de la endogeneidad.
Ante cualquier depresión asentada en una personalidad obsesiva o límite, asociada con la acumulación de los factores de vulnerabilidad mencionados, precedida en los seis meses anteriores por un acontecimiento infortunado o desarrollada en el contexto de una situación depresógena, donde se acumulan el duelo, el estrés laboral crónico, el aislamiento y/o la inestabilidad en la forma de vida, se impone la sospecha de encontramos ante una depresión situativa, sospecha más arraigada a medida que la presencia de los datos citados se vuelve más numerosa. En ocasiones su diagnóstico ha de basarse en los datos negativos siguientes: la ausencia de los rasgos de personalidad, familiares, sintomáticos y evolutivos propios de la depresión endógena; la ausencia de la personalidad neurótica y de la asociación de la depresión con rasgos neuróticos; y la ausencia de una patología médica de cierta entidad así como de la administración de medicamentos o el consumo abusivo de droga.