Los antiguos griegos ya hacían mención a un estado de locura delirante con ánimo exaltado. Soranus (I a. C.), ya había constatado una posible relación entre el estado de locura delirante y la melancolía, e incluso describió los episodios mixtos. Pero fue Aretaeus de Capadocia (siglo I d. C.) el que hizo la conexión entre ambos episodios: "la melancolía es el principio y parte de la manía"..."algunos pacientes después de ser melancólicos tienen brotes de manía... de manera que la manía es una posible variedad del estar melancólico". Para Aretaeus de Capadocia la melancolía era la forma fundamental de locura, de la que derivarían las otras variedades. Dicha melancolía era causada, según Areteo, por la bilis negra, la cual, subiendo por el estómago provocaba ventosidad. Cuando se agravaba la enfermedad se producía una afectación del cerebro, por vía simpática, dando lugar a la aparición de la manía.
Siglos más tarde, Chiarugi (1784) propuso y defendió la idea de que en el curso de una misma enfermedad se pueden suceder diversos estados psíquicos. Estableció la hipótesis según la cual existirían tres formas de locura: la melancolía, la manía y la demencia, que para este autor era una forma de delirio con alteraciones cognoscitivas y volitivas.
El siglo XIX supondría el período de máximo apogeo en el desarrollo de la psicosis única. Así, un autor belga, Guislain (1797-1860), defendió la tesis según la cual era la melancolía el fenómeno inicial. A ésta seguirían la manía, las ideas delirantes y, finalmente, la demencia. Sus ideas ejercieron una notable influencia en la psiquiatría alemana, destacando tres autores: Zeller (1840), que consideró que la melancolía era la forma fundamental de la mayor parte de las enfermedades mentales, por lo que demás enfermedades como la manía, la paranoia y la demencia supondrían agravaciones sucesivas de la primera. Después le sucedió Griesinger (1861), un alemán en el que la idea de la psicosis única llegó a alcanzar su máximo apogeo. Para este autor, sólo se podría hablar de «formas» de trastornos psíquicos susceptibles de ser agrupados en perturbaciones afectivas y perturbaciones del pensamiento. Las perturbaciones afectivas precederían, normalmente, a las perturbaciones del pensamiento. La melancolía y la manía formarían parte del primer grupo. La paranoia y la demencia, del segundo.
A mediados del siglo XIX y casi de forma simultánea a Griesinger, aparecieron los trabajos de Hoffmann (1861) y Snell (1865).Dichos autores comenzaron con el ocaso del concepto de psicosis única, ya que, para estos autores, la paranoia no siempre tendría un carácter secundario a la melancolía, existiendo la posibilidad de la paranoia primaria. Esta idea obtuvo su consagración definitiva en el Congreso de Berlín (1893) estableciéndose que la paranoia era un trastorno en el que los afectos tendrían un papel muy poco relevante.
El último golpe definitivo para el concepto de psicosis única fue realizado, por Kraepelin, quien, siguiendo los pasos de Kahlbaum, estableció las bases para una clasificación de las enfermedades mentales dando una definición de enfermedad mental muy concreta: “…estamos ante una enfermedad cuando conocemos sus causas, sus manifestaciones, su curso y su terminación, así como sus alteraciones anatómicas. Sin embargo, es de todos conocido el fracaso de este empeño ya que ni siquiera la parálisis general progresiva se ajustaba a este esquema…”.
Así, Kraepelin fue el primero en agrupar todas las formas de melancolía y manía bajo el término de enfermedad maníaco-depresiva. Para él todas las formas tenían una base hereditaria común, podían alternarse una a otra, permitían intervalos libres de síntomas y podían presentarse juntas en un mismo episodio. Kraepelin, hizo una de las mayores aportaciones a la psiquiatría, al diferenciar la enfermedad maníaco-depresiva de la "demencia praecox"; además, fue uno de los primeros en señalar que el estrés psicológico puede precipitar los episodios iniciales de manía y que los episodios posteriores ocurren de forma espontánea.
Bleuler (ya en 1924) se aparta de la línea de Kraepelin, al plantear que la relación entre la enfermedad maníaco depresiva y la demencia praecox era parte de un continuo sin una línea clara de delimitación.
Por último, Adolfo Meyer creía que la psicopatología surgía de interacciones "biopsicosociales". A partir de esta conceptualización, que el DSM I (1952) va a ver reflejada, se produce la inclusión del término "reacción maníaco depresiva". Leonhard, ya en 1957, observa que algunos pacientes tienen tanto historia de depresión como historia de manía; mientras que otros solo manifiestan historia de depresión. En sucesivas observaciones nota que los pacientes con historia de manía (aquellos a los cuales llamó bipolares) tenían una alta incidencia de manía en sus familias cuando los comparaba con aquellos que tenían solamente historia de depresión (a los cuales llamó monopolares). La distinción bipolar - unipolar fue formalmente incorporada en el sistema americano DSM-III en 1980. Luego, Dunner et al. en 1976, sugieren subdividir el Trastorno bipolar : tipo I, pacientes con historia de manía lo suficientemente severa como para requerir hospitalización (muchos de estos cuadros se acompañan de síntomas psicóticos) y tipo II, que tienen una historia de hipomanía además de tener una historia previa de depresión mayor que requirió hospitalización (Goodwin & Jamison, 1990 ; Akiskal, 1995a).
Escribir un comentario