Muchos de los criterios específicos que se usan para describir las características contenidas en los trastornos de la personalidad, son típicos de los trastornos mentales del Eje I.

Puede resultar un tarea difícil diferenciar los trastornos de la personalidad de los contenidos en el Eje I, ya que también tienen un inicio temprano y un curso crónico y relativamente estable; además de que algunos trastornos de la personalidad tienen relación con el “espectro” de alguna enfermedad del Eje I (por ejemplo el trastorno esquizotípico de la personalidad con la esquizofrenia).

Existe una exclusión que diferencia a los trastornos de personalidad que pueden estar relacionados con trastornos psicóticos (por ejemplo, paranoide, esquizotípico). Esta exclusión hace referencia a que el patrón de comportamiento no debe haber aparecido exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia, de un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos y de otros trastornos psicóticos.

También puede dar lugar a confusiones en el diagnóstico de los trastornos de personalidad, si éstos se presentan durante un episodio de trastorno del estado del ánimo o bien de un trastorno de ansiedad. Cuando el cambio de personalidad empieza o sigue después de que el sujeto haya estado expuesto a un episodio de estrés extremo, hay que tener en cuenta el diagnóstico de trastorno de estrés postraumático.

Cuando una persona se encuentra bajo los efectos de alguna sustancia, o posee un trastorno relacionado con sustancias, es conveniente que no se realice un diagnóstico de trastorno de personalidad que se base únicamente en su comportamiento como consecuencia de la intoxicación o bien de la abstinencia a la sustancia.

Además cuando los cambios de personalidad aparecen como resultado de los efectos fisiológicos directos de alguna enfermedad médica (por ejemplo un tumor cerebral) se debe diagnosticar cambio de personalidad debido a enfermedad médica.

Los trastornos de personalidad deben distinguirse de aquellos rasgos de personalidad que no alcanzan al umbral para un trastorno de personalidad. Sólo se diagnostica trastorno de personalidad cuando dichos rasgos son inflexibles, persistentes y desadaptativos y ocasionan tanto un deterioro funcional como un malestar subjetivo significativo.