Las características de un trastorno de personalidad suelen hacerse reconocibles durante la adolescencia o el principio de la edad adulta. Por su definición, un trastorno de la personalidad, debe ser persistente y estable a lo largo del tiempo; si bien algunos tipos de trastornos tienden a atenuarse o a remitir con la edad (este es el caso por ejemplo del trastorno límite de la personalidad), lo que no parece ser el caso de otros trastornos, como por ejemplo, el trastorno esquizotípico de la personalidad.