El capítulo de trastornos mentales orgánicos plantea algunos problemas a nivel conceptual, con respecto a los modelos aplicados a la tradicional dicotomía cerebro-mente así como con las hipótesis etiológicas subyacentes a las distintas nosografías.
Las definiciones y clasificaciones de uso más extendido hoy en día, caracterizan estos trastornos como conjuntos de signos y síntomas psíquicos y comportamentales (síndrome mental orgánico), cuya etiología es demostrable y se refiere a una disfunción transitoria o permanente del cerebro. Esta disfunción puede ser primaria o secundaria. En el primer caso se trataría de enfermedades, lesiones o daños que afectan al cerebro de un modo directo o selectivo. En el segundo, enfermedades y trastornos que afectando a diversos órganos o sistemas tienen una consecuencia disfuncional del cerebro.
Con el término orgánico no se pretende excluir la existencia del substrato cerebral del resto de los trastornos psiquiátricos. Significa que el síndrome clasificado como tal puede ser atribuido a un trastorno o enfermedad cerebral o sistémica diagnosticable en si misma.
El término trastorno mental orgánico no es muy usado en el DSM-IV, ya que podría entenderse incorrectamente que los trastornos mentales “no orgánicos”, carecen de una base biológica. En el DSM-IV los trastornos antes llamados “trastornos mentales orgánicos” se han agrupado en tres secciones: 1) delirium, demencia, trastorno amnésico y otros trastornos cognoscitivos; 2) trastornos mentales debidos a una enfermedad médica, y 3) trastornos por consumo de sustancias.
Si observamos las distintas clasificaciones DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) vemos los siguientes cambios a nivel terminológico: