La demencia de tipo vascular se caracteriza por un comienzo agudo, una evolución generalmente en forma escalonada y un deterioro escalonado. Estas características favorecen que sea relativamente fácil indicar el momento a partir del cual el enfermo empeora, en lugar de observar el gradual y continuo deterioro que se produce en la enfermedad de Alzheimer.
Su curso es fluctuante y abrupto pudiendo ocurrir que durante un periodo de tiempo el paciente, aparentemente, no empeore, o que también permanezca estable durante años, incluso que presente una discreta mejoría; sin embargo, a final de cuentas conforme pasa el tiempo, en la mayoría de los casos, la demencia empeora, y su avance resulta inevitable.
Lo primero que aparece es la pérdida de la memoria reciente y desaparición de habilidades que el individuo tenía. Generalmente progresa con el curso de los años, escalonadamente, complicada frecuentemente con episodios de confusión mental, muchas veces con agitación y excitación.
El pronóstico depende en gran medida del momento en que se detectó el problema y el grado de atención que se de a la persona enferma.