Los ansiolíticos e hipnóticos tienden a producir depresiones del nivel de vigilia, confusión y caídas. A dosis terapéuticas, las benzodiacepinas producen un grado variable de sedación, somnolencia, letargia y laxitud, sobre todo al inicio del tratamiento. También puede observarse disartria, ataxia, incoordinación motora, alteraciones de la conciencia y amnesia, siendo menos frecuente la aparición de fatiga, cefalea, visión borrosa, vértigo, nauseas y vómitos, diarrea, artralgias, dolor torácico e incontinencia urinaria. La frecuencia y gravedad con que aparecen estos efectos parece incrementarse con la edad (Meyer 1982). En los casos de sobredosis se produce depresión del SNC, encontrándose los pacientes somnolientos, estuporosos con ligera disminución del nivel de conciencia, pero sin focalidad neurológica y se pueden despertar tras estímulos verbales o dolorosos. El coma profundo, la hipotensión marcada, la depresión respiratoria y la hipotermia es infrecuente, a menos que simultáneamente se hayan ingerido otras sustancias (Robert et al. 1990).