Con frecuencia, los trastornos del sueño involucran tanto factores médicos como psicológicos, por lo que requieren un abordaje multidisciplinario integrado para su adecuado diagnóstico y tratamiento.
Muchos pacientes insomnes pueden beneficiarse de un abordaje psicoterapéutico orientado a aprender técnicas de identificación y resolución de problemas que mejoren la vivencia de autoeficacia personal. En general, el abordaje psicoterapéutico del insomnio tratará de mejorar las medidas de higiene del sueño y de estilo de vida del paciente, mediante aprendizaje de estrategias eficaces para el afrontamiento de situaciones de estrés, de los conflictos intrapsíquicos y de las dificultades interpersonales, todo lo cual aumentará la calidad de vida. Para aliviar la excesiva tensión emocional pueden utilizarse técnicas de entrenamiento en relajación, así como de orientación dinámica y cognitivo-conductuales. Éstas últimas permiten la identificación de conflictos, así como el refuerzo de los recursos adaptativos del paciente, la modificación de cogniciones erróneas y negativas del paciente.
El tratamiento farmacológico debe ser sobre todo etiopatogénico, antes que sintomático, de forma que se utilizarán tratamientos selectivos para las causas subyacentes del insomnio, como antidepresivos para la depresión, analgésicos para el dolor, etc., aunque pueda ser necesaria la asociación de un tratamiento coadyuvante sintomático con hipnóticos. En el momento actual, para el insomnio se utilizan como hipnóticos tres tipos de sustancias: los derivados benzodiacepínicos y dos nuevas familias de aparición más reciente, las ciclopirrolidonas y las imidazopiridinas. De estos grupos el más utilizado siguen siendo las benzodiacepinas, que presentan las siguientes acciones: ansiolítica, anticonvulsivante, miorrelajante, inductora del sueño, preanestésica y disminución moderada de las funciones cognitivas.