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Anti-psiquiatría: movimiento humanitario o psedociencia



La antipsiquiatría es un movimiento radical que tuvo sus inicios en las ideas originales, y prácticas heterodoxas, de determinados psiquiatras y filósofos. Psiquiatras como Ronald.D.Laing y David Cooper entre otros, y filósofos como Michel Foucault desarrollaron una serie de ideas heterodoxas y críticas con las prácticas que la psiquiatría estaba llevando a cabo en los años 60 (posteriores al descubrimiento del primer neuroléptico (Clorpromacina) por el Dr. Laborit. La antipsiquiatría sin embargo ha ido mucho más allá de la crítica del sistema psiquiátrico para negar incluso la propia existencia de la enfermedad mental. La antipsiquiatría se reviste de un falso humanitarismo, ya que denuncia unas supuestas "prácticas abusivas y peligrosas" que tienen lugar en los hospitales, y denuncia el uso de medicamentos que según ellos "causan daños en el cerebro". Sin embargo detras de la antipsiquiatría creemos que hay una pseudociencia y un conjunto de prácticas pseudomédicas peligrosas. Antes de demostrar la peligrosidad de la antipsiquiatría refutaremos alguno de sus argumentos principales.
La principal idea de la antipsiquiatría es que la enfermedad mental no existe, y que por tanto no debería haber ni psiquiatras ni medicamentos para tratarla. En cambio defienden que las supuestas enfermedades mentales no son más que situaciones normales que desarrollan las personas para defenderse de un ambiente social que es el que tiene la culpa de todo. Estas ideas son completamente erróneas como veremos ya que se basan en razonamientos falaces. En primer lugar la antipsiquiatría niega la enfermedad mental, basándose en que no existe ninguna anomalía biológica detrás de estas enfermedades. Sin embargo defienden que los tratamientos farmacológicos si causan daños en el cerebro. El error de este argumento es el siguiente, en principio parece que el tipo de evidencia al que se refieren como "biológica" y que no aparece en los cerebros enfermos es la anatómica. Sin embargo afirman que los medicamentos producen un supuesto "daño cerebral" que tampoco deja ningún rastro anatómico. Luego entonces ellos mismos se contradicen, no admiten la existencia de anomalías o desequilibrios sutiles de tipo microestructural o bioquímico en el cerebro de las personas con enfermedades mentales, pero si defienden el que los medicamentos del cerebro provocan anomalías de ese mismo tipo.
La segunda idea que la causa de una supuesta enfermedad mental es exclusivamente social. Es decir el entorno social, sobre todo la familia, quien verdaderamente está "enferma" y esto genera una respuesta "normal" en determinadas personas por ejemplo, la esquizofrenia. Actualmente existe suficiente información que avala la predisposición biológica a las enfermedades mentales, resultando perjudicial culpabilizar a las familias o al entorno socio-profesional. El estrés psicosocial puede tener importancia en las recaidas, pero no está en el orígen mismo de la enfermedad (ver Causas de la esquizofrenia) Sin embargo está demostrado que este entorno si tiene un importante papel en el tratamiento y la recuperación.
La peligrosidad de la antipsiquiatría radica fundamentalmente en que defiende que no debe intervenirse en el curso de la enfermedad mental, dejando que ella misma llegue a un desenlace y el individio "se cure" espontaneamente, comparan la crisis esquizofrénica con un "viaje" similar al que se puede experimentar consumiendo drogas como el ácido LSD. Por otro lado al negar la existencia misma de la propia enfermedad mental se niega el que esta pueda utilizarse como un argumento en los juicios de delitos de tipo penal. Es decir un enfermo mental que comete un delito no debe ser tratado de forma diferente que un delincuente completamente sano.
Es evidente la peligrosidad de la primera de las ideas. Es decir, durante el curso de determinadas enfermedades, como por ejemplo la esquizofrenia, existen riesgos reales y completamente demostrables de autolesiones, llegando incluso al suicidio, y riesgo de agresión sobre otras personas (aunque sean menos frecuentes que en la población “normal”). Es decir, el enfermo mental, cuando su estado es tal, que no puede ser controlado por los medios habituales, debe ser atendido en un centro hospitalario donde se regule este riesgo de auto o hetero-lesiones. Es una completa aberración, y de poca humanidad por otra parte, dejar que una persona desarrolle toda su conducta patológica durante un brote esquizofrénico o psicótico (sea cual sea la causa: tóxicos o estrés). Es semejante a dejar a una persona que ha tenido una herida que se desangre esperando que la propia herida vaya cicatrizando poco a poco. Es totalmente ridículo este punto, ya que existen medios de aliviar el sufrimiento y el riesgo, muy eficaces, y lo verdaderamente humanitario es aplicarlos. Atrás quedaron los tiempos oscuros de los manicomios o frenopáticos, en los que el "tratamiento" de las enfermedades mentales no eran más que simples torturas.
Por otra parte es completamente evidente, y afortunadamente así está incorporado al derecho penal de los países civilizados, el que un enfermo mental que comete un delito no puede ser inculpado con las mismas penas que un delincuente que obra con pleno uso de sus facultades mentales. Esto no quiere decir que los enfermos mentales deban quedar impunes si cometen algún delito, pero si de lo que trata la ley es de corregir y reinsertar al delincuente en la sociedad (más que castigar), está claro que los medios para conseguir la reinserción de un enfermo mental en la sociedad deben ser diferentes y basarse en unos cuidados médicos, que en los centros penitenciarios no existen, o no son adecuados.
Concluimos por tanto que la antipsiquiatría no solo representa a un falso "humanitarismo" sino que es un cuerpo de ideas totalmente cuestionable, no solo por defender una prácticas (o mejor la ausencia de unas prácticas)que son éticamente reprobables, sino también por basarse en unos postulados científicamente cuestionables, como son la negación de unas enfermedades que hoy por hoy son realidades en el ambito de la biología.
Hay sin embargo una idea muy positiva y constructiva en las teorías y prácticas clínicas de psiquiatras como R.D. Laing, D. Cooper, J.W. Perry y M, Schatzman entre otros. Que es la creación de residencias o "casas" donde los enfermos conviven en régimen de internamiento con los propios psiquiatras, enfermeros etc. En estas casas se diluyen las fronteras entre el personal y los pacientes, permitiendo que sean los propios pacientes quienes hagan tareas básicas (como cocinar, limpiar o gestionar los recursos de su propia casa y economía), poniendo ellos de un modo democrático las reglas de convivencia. Ha habido, y aun existen, diversas casas o residencias alternativas a las clínicas mentales, en donde se han puesto en práctica estas ideas, las más conocidas fueron la de Kingsley Hall en Londres y Diabasis en Berkeley (California). Creo que estas residencias autogestionadas son precursoras de ideas modernas y de gran utilidad como son las "viviendas protegidas", y el tratamiento comunitario y desinstitucionalizador de las modernas reformas psiquiátricas.