La principal característica de este trastorno es la alteración persistente del estado de ánimo (criterio A), provocada por los efectos fisiológicos directos de una sustancia –se considera como sustancia cualquier droga medicamento o tratamiento somático para la depresión o bien la exposición a algún tóxico— (criterio B).

La alteración que provoca la sustancia puede ir desde un estado de ánimo depresivo hasta un estado de ánimo expansivo o irritable, dependiendo de la sustancia y sobre todo del contexto en el que se den tales síntomas.

Esta alteración no debe poder explicarse por un trastorno del estado de ánimo que no sea inducido por sustancias (criterio C). No debe efectuarse el diagnóstico si lo síntomas ocurren sólo durante el transcurso de un delirium (criterio D).

Para que pueda diagnosticarse este trastorno los síntomas deben provocar un malestar clínico significativo o deterioro social, o bien laboral, o bien de otras áreas importantes para el sujeto (criterio E).

Este diagnóstico no debe confundirse con el de una intoxicación por sustancias o bien por una abstinencia a sustancias, ya que el diagnóstico del estado de ánimo inducido por sustancias conlleva que los síntomas sean excesivos en comparación con los de una intoxicación o una abstinencia a alguna sustancia. El clínico debe ver que tienen la gravedad suficiente como para considerarlos un trastorno aparte.

El trastorno del estado de ánimo primario se diferencia de un trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias atendiendo al curso, evaluación, inicio,… para ello debe atenderse a la exploración física, a la historia del sujeto y a las pruebas de laboratorio. Ocurre que el trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias, suele estar relacionado con estados de intoxicación o abstinencia, mientras que en un trastorno primario los síntomas pueden surgir o preceder al inicio del consumo o bien pueden aparecer tras largos periodos de abstinencia. Además, el clínico debe estar atento a la presencia de síntomas atípicos en un trastorno del estado de ánimo primario, ya que dichos síntomas pueden estar revelando otras alteraciones. Por ejemplo, la presencia de un trastorno del ánimo en un sujeto de más de 45 años que no ha presentado ningún otro episodio en su vida. Esto es lo que puede alertar al clínico de que dicho episodio no sea primario sino debido a otros factores como puede ser por ejemplo, un trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias.

Lo que nos puede indicar que lo síntomas puedan deberse a un trastorno primario es que dichos síntomas sean persistentes durante un largo periodo de tiempo, después de la intoxicación o la abstinencia, o bien una historia de episodios primarios previos al trastorno del ánimo.

Como ya se sabe, algunas medicaciones o tratamientos somáticos para la depresión pueden provocar alteraciones en el estado de ánimo. En estos casos el juicio del clínico es esencial para determinar si tal alteración es causa de la medicación, o bien si se está produciendo el inicio del trastorno mientras se sigue dicho tratamiento.

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