En cuanto a la epidemiología, hay discrepancias, que van desde estimar que la enfermedad de Parkinson corresponde a la tercera causa de demencia, después de la senil tipo Alzheimer y la demencia vascular (Kokmen et al. 1988), hasta ser considerada una infrecuente causa de demencia (Marsden et al. 1972; Larson et al. 1985). Es un hecho reconocido por diversos investigadores que la incidencia de demencia asociada a la enfermedad de Parkinson es superior a la esperable, aunque existen muchas discrepancias respecto a la proporción.
Así, los porcentajes referidos van desde un 10,9% hasta un 40% dependiendo, en general, de los criterios utilizados para la definición de demencia. En concreto, en el DSM-IV se manejan cifras que sugieren que la demencia se presenta en aproximadamente el 20-60% de los sujetos con enfermedad de Parkinson, siendo más frecuente en personas mayores o en las que presentan una enfermedad más grave o avanzada. Por su parte, en estudios de cohorte en poblaciones de pacientes hospitalarios, la frecuencia se ha estimado en un 10 a 15% de todos los pacientes con EP (Mayeux et al., 1988).
En líneas generales, la edad media de comienzo de la enfermedad de Parkinson son los 55 años. Los ancianos presentan un mayor riesgo tanto de parkinsonismo como de enfermedad de Parkinson, aunque existen algunas evidencias de que los mayores de 75 años presentan un riesgo más bajo o nulo. Aproximadamente el 10% de los casos de Parkinson ocurren en personas menores de 40 años de edad. Un estudio sugería que la enfermedad progresa con mayor rapidez en los hombres que en las mujeres, pero estos resultados podrían sólo indicar que los hombres responden peor al tratamiento que las mujeres. Las mujeres ancianas parecen tener mayor riesgo de alteraciones posturales, y los hombres de rigidez y temblor. La edad, no obstante, está correlacionada claramente con el inicio de los síntomas (Societat Catalana de Neurología).
Las personas con hermanos o padres que desarrollaron Parkinson a una edad más joven presentan un riesgo mayor de enfermedad de Parkinson, pero los parientes de aquellos que eran ancianos cuando presentaron la enfermedad parecen tener un riesgo igual que el de la media.
La enfermedad de Parkinson ataca a hombres y mujeres casi por igual y no conoce fronteras sociales, económicas o geográficas. Algunos estudios demuestran que los afroamericanos y los asiáticos son menos susceptibles que los blancos de adquirir la enfermedad. Los científicos no han podido explicar esta incidencia más baja aparente en ciertas poblaciones. Sin embargo, es razonable asumir que todas las personas tienen una probabilidad similar de contraer la enfermedad de Parkinson.
Se encuentra una incidencia más alta de parkinsonismo en las personas que residen en áreas rurales, en particular aquellos que beben agua de pozos privados, o son agricultores expuestos a pesticidas y herbicidas. También se ha relacionado con el Parkinson la exposición a determinados productos industriales o a metales (manganeso, cobre, plomo, hierro, mercurio, zinc y aluminio), siendo a menudo reversible. El papel de la exposición prolongada en el desarrollo del Parkinson aún no está claro.
En líneas generales, se estima que la prevalencia de la demencia en la enfermedad de Parkinson varía de acuerdo a la población estudiada, a la definición de demencia que se utilice y a las técnicas que se usen para la evaluación. Estos factores hacen que las estimaciones de demencia en los pacientes con enfermedad de Parkinson varíen entre 4% a 93 % (Pirozzolo et al., 1982; Cummings 1986). No obstante, se ha observado que los pacientes con EP y demencia son más mayores, inician los síntomas suele ser más precoz, y la duración de la enfermedad es mayor que los que no presentan demencia (Cummings et al. 1984).