Los síntomas del delirium se desarrollan, generalmente, en el espacio de horas o días, aunque en algunos casos el inicio puede ser brusco (p.e. tras un traumatismo craneal). Presenta fluctuaciones a lo largo del día, muchas veces, los pacientes están tranquilos durante el día, pero al comenzar a oscurecer se agitan, fenómeno conocido como sundowning.
Es frecuente que se presente con un pródromo caracterizado por intranquilidad, hipersensibilidad a los estímulos visuales y auditivos, inversión del ritmo sueño-vigilia, así como también insomnio y pesadillas, que generalmente evoluciona a un delirium completo en un período de 1 a 3 días. El pensamiento puede llegar a deteriorarse en extremo en el curso de pocas horas o días. En una hora, un ser humano racional puede convertirse en un demente. El paciente con un delirium en realidad podría parecer demente, quizá con alucinaciones de imágenes en la pared o balbuceando de forma incoherente. Los períodos de desorientación profunda pueden alternar espectacularmente con períodos de lucidez, momentos en los cuales el enfermo no muestra en absoluto deterioro alguno. El delirium puede desaparecer en pocas horas o días, no obstante los síntomas pueden persistir semanas o meses, como ocurre en ancianos y en los que presentan demencia concominante. Si se corrige pronto el factor etiológico subyacente, es probable que la recuperación sea completa y se produzca con mayor rapidez. Los individuos que presentan un mejor funcionamiento cognoscitivo y físico premórbido se recuperan mejor del delirium.
Si bien la mayoría de los individuos presentan una recuperación completa, el delirium puede progresar a estupor, coma, crisis comiciales o muerte, especialmente cuando la causa subyacente no es tratada. La recuperación total es menor en los ancianos, mostrando tasas estimadas de recuperación completa entre un 4 y un 40% en el momento de ser dados de alta del hospital (DSM-IV-TR 2002). Los déficits cognoscitivos persistentes son también frecuentes en los ancianos que se recuperan del delirium, no obstante pueden ser debidos a una demencia preexistente no detectada.
El delirium del enfermo que presenta patología médica se halla asociado a una significativa morbilidad. En concreto, los individuos que padecen enfermedades médicas y delirium, especialmente los ancianos, tienen un mayor riesgo de presentar complicaciones médicas, como neumonía y úlceras decúbito, que influyen en una estancia más prolongada en el hospital. Así mismo, se ha constatado que los pacientes hospitalizados de edades iguales o superiores a 65 años que padecen delirium, presentan una probabilidad 3 veces superior de ser ingresados en una residencia y un mayor riesgo de padecer declive funcional en comparación a pacientes ingresados que no sufren delirium ni al ser dados de alta ni al cabo de 3 meses de estar fuera de un centro hospitalario. De hecho, el delirium durante el ingreso puede ser considerado un marcador pronóstico del estado funcional y cognitivo del paciente un año después del alta hospitalaria.
Otro factor a tener en cuenta en el curso de dicho trastorno son las intervenciones quirúrgicas en pacientes con delirium. En concreto permiten predecir una recuperación limitada y de pobre resultado a largo plazo, relacionándose muy frecuentemente con un incremento en el riesgo de presentación de complicaciones postoperatorias, así como períodos más largos de recuperación y hospitalización, y aumento del deterioro a largo plazo.
El delirium que presenta el paciente con enfermedad médica también se encuentra asociado a un incremento de la mortalidad. Se ha comprobado que los individuos que presentan delirium durante la hospitalización, más específicamente la población anciana, tienen elevadas probabilidades, entre el 20-75%, de fallecer durante la estancia hospitalaria o bien en los meses posteriores al alta (DSM-IV-TR 2002). Hasta un 15% de los pacientes ancianos con delirium fallecen en un período de 1 mes y hasta un 25% en un período de 6 meses tras ser dados de alta (DSM-IV-TR 2002). No obstante, existen otros factores de riesgo que pueden contribuir significativamente a esta asociación como puede ser el tipo de enfermedad, la gravedad, el deterioro cognoscitivo preexistente y la edad. Concretamente, los pacientes con neoplasias y delirium presentan una especial elevada mortalidad, tanto durante la estancia hospitalaria como tras ser dados de alta, en comparación con los enfermos con neoplasias que no presentan delirium.