La historia de la b-aminoetilimidazol o histamina es paralela a la de la acetilcolina (ACh). Los dos compuestos fueron sintetizados como curiosidades químicas antes de identificarse su importancia biológica; se detectaron por primera vez como sustancias que estimulaban al útero, en los extractos del cornezuelo de centeno, de los cuales fueron más tarde aislados; ambos resultaron ser contaminantes del cornezuelo por acción bacteriana. Dale y Laidlaw (1910, 1911) efectuaron estudios farmacológicos intensivos con la histamina y descubrieron que ésta estimulaba muy diversos músculos lisos y tenía intensa acción vasodepresora. En 1927, Best y colaboradores aislaron la histamina de muestras frescas de hígado y pulmón, y así advirtieron que dicha amina era un constitutivo natural del organismo. Lewis y colaboradores habían acumulado pruebas de que las células de la piel después de estímulos lesivos liberaban una sustancia con las propiedades de la histamina (sustancia H), incluida la reacción de antígeno y anticuerpo (Lewis, 1927). Ante las pruebas químicas de la presencia de la histamina en el organismo, la sustancia H de Lewis era la propia histamina. Se sabe ahora que dicha sustancia producida por el organismo (endógena) interviene en la respuesta alérgica inmediata y es una reguladora importante de la secreción ácida por el estómago; también se ha definido su participación corno neurotransmisora en el sistema nervioso central (SNC).
Se han identificado tres clases de receptores diferentes llamados H1 (Ash y Schild, 1966); H2 (Black y col., 1972) y H3 (Arrang y col., 1983). Los receptores H1 son bloqueados de modo selectivo los clásicos antihistamínicos (como la pirilamina) obtenidos hacia 1940. Los antagonistas de receptores H2 fueron introducidos en clínica en los comienzos del decenio de 1970. El descubrimiento de dichos antagonistas contribuyó en gran medida a renovar el interés por la histamina en biología y medicina clínica. En el decenio de 1980, se descubrieron los receptores H3 y su inhibición retroalimentaria por acciones mediadas por receptores H1.
La histamina (ver figura) es una molécula hidrófila compuesta de un anillo imidazol y un grupo amino unidos por dos grupos metileno. Está distribuida en forma amplia (aunque quizá desigual) en todo el reino animal y forma parte de muchos venenos, bacterias y plantas (Reite, 1972). Las concentraciones en plasma y otros líquidos corporales por lo común son pequeñísimas, pero en líquido cefalorraquídeo humano se halla en cantidades importantes. La célula cebada es el sitio predominante de almacenamiento de la histamina en casi todos los tejidos; la concentración de esta sustancia es particularmente grande en tejidos que contienen gran número de dichas células, como piel y mucosa del árbol bronquial y de las vías intestinales.
La histamina ingerida o formada por bacterias de vías gastrointestinales es metabolizada rápidamente y eliminada por la orina. Todos los tejidos de mamíferos que la contienen son capaces de sintetizarla a partir de la histidina, gracias a su contenido de L-histidina descarboxilasa. El sitio principal de depósito de la histamina en casi todos los tejidos es la célula cebada, y en la sangre, el basófilo. Una y otra sintetizan histamina y la depositan en sus gránulos secretores. La rapidez de recambio de la histamina en los gránulos secretores es pequeña, y cuando los tejidos en que abundan las células cebadas agotan sus reservas de dicho compuesto, se necesitan semanas para que se normalicen las concentraciones del autacoide en cuestión. Los sitios de formación o almacenamiento de histamina fuera de las células cebadas incluyen células de epidermis, mucosa gástrica, neuronas en el sistema nervioso central (SNC), y células de tejidos en regeneración o con proliferación rápida. El recambio es acelerado en dichos sitios porque se libera continuamente histamina en vez de ser almacenada. Los sitios de producción de la sustancia fuera de las células cebadas contribuyen en grado significativo a la excreción diaria de histamina y a sus metabolitos por la orina. Dado que la L-histidina descarboxilasa es una enzima inducible, la capacidad histaminógena de los sitios fuera de las células cebadas está sometido a regulación por factores fisiológicos y de otra índole.
Se conocen dos vías importantes del metabolismo de la histamina en seres humanos (ver Ruta 20); la más notoria de ellas incluye la metilación del anillo, y es catalizada por la enzima histamina-N-Metiltransferasa, que ha sido clonada recientemente y que tiene amplia distribución. Gran parte del producto, N-metilhistamina, es transformado por la monoaninooxidasa (MAO) a ácido N- metilimidazol acético; dicha reacción puede ser bloqueada por los inhibidores de la MAO. En la otra vía, la histamina es sometida a desaminación oxidativa, que es catalizada más bien por la diaminooxidasa (DAO), enzima inespecífico; los productos son el ácido imidazol acético y, al final, su ribósido. Los metabolitos poseen poca o nula actividad y son excretados por la orina.
La histamina desempeña actividades fisiológicas importantes. Dado que es uno de los mediadores preformados almacenados en la célula cebada, su liberación como consecuencia de la interacción del antígeno con los anticuerpos IgE en la superficie de dicha célula interviene decisivamente en las respuestas de hipersensibilidad inmediata y alérgicas. Las acciones de la histamina en músculo liso de bronquios y de vasos sanguíneos explican en parte los síntomas de la reacción alérgica. Además, algunos fármacos de utilidad clínica actúan directamente en las células cebadas para liberar histamina, y así se explican algunos de sus efectos adversos. La histamina interviene de manera importante en la regulación de la secreción de ácido gástrico y en fecha reciente se ha identificado su función como neurotransmisor en el sistema nervioso central.
La descarga de histamina explica, sólo en parte, los diversos efectos que surgen por las reacciones de hipersensibilidad inmediata. Con la activación de las células cebadas, se libera toda una gama de mediadores de la inflamación.
La estimulación de los receptores IgE además de activar la fosfolipasa C y la hidrólisis de los fosfolípidos de inositol, también activa a la fosfolipasa A2, lo cual hace que surjan muy diversos mediadores que incluyen el factor activador de plaquetas (PAF) y metabolitos del ácido araquidónico. El leucotrieno D4, generado por esta vía, es un constrictor potente del músculo liso del árbol bronquial. Las cininas también son generadas durante algunas respuestas alérgicas; de este modo, las células cebadas secretan muy diversos compuestos inflamatorios además de la histamina, y cada une contribuye en medida diversa a los síntomas principales de la respuesta alérgica: constricción bronquial, hipotensión arterial, mayor permeabilidad capilar y formación de edema.
La gran variedad de mediadores liberados durante la reacción alérgica explica la ineficacia de fármacos orientados contra un solo mediador. Se ha dado gran importancia a la regulación de la descarga de mediadores desde las células cebadas y los basófilos, y ellas contienen receptores vinculados con sistemas de envíos de señales que intensifican o bloquean la liberación de mediadores inducida por IgE.
Los compuestos que actúan en los receptores muscarínicos y a-adrenérgicos intensifican la liberación de mediadores, si bien dicho efecto tiene poca importancia en seres humanos (Beaven, 1976). Puede lograrse inhibición notable de la respuesta secretora con adrenalina y fármacos afines que actúan en receptores b-adrenérgicos. El efecto es el resultado de la acumulación de AMPc. Sin embargo, los efectos beneficiosos de los agonistas b-adrenérgicos en estados alérgicos como el asma dependen más bien de su efecto relajante en el músculo liso de bronquios.
Hay pruebas abundantes de que la histamina es un neurotransmisor en el sistema nervioso central (SNC). En dicho sistema están distribuidos de manera irregular la histamina, histidina descarboxilasa y las enzimas que catalizan la degradación de histamina, y éstas se hallan concentradas en las fracciones sinaptosómicas de homogeneizados cerebrales. Los receptores de H1 están distribuidos en todo el SNC y se concentran densamente en el hipotálamo. La histamina intensifica el estado de vigilia por medio de los receptores H1 (Monti, 1993), lo cual explica la capacidad sedante de los antihistamínicos clásicos. La histamina actúa en los receptores H1 e inhibe el apetito (Ookuma y col., 1993). Las neuronas que contienen histamina pueden participar en la regulación de la ingestión de líquidos, temperatura corporal y secreción de hormona antidiurética, así como en el control de la presión arterial y percepción del dolor. En las respuestas mencionadas, al parecer, intervienen los receptores H1 y H2 (Hough, 1988).